martes, 12 de agosto de 2014

Maurizio Bolognini (1952- )

"Sealed Computers" (1992-)
de la serie Programmed Machines


 1997


 1998


2003


Programmed Machines es un proyecto de Maurizio Bolognini que se extiende a lo largo del tiempo ya que el artista lo concibe como series. La primera de ellas, de la que hablaremos a continuación se titula Sealed Computers. La descripción en inglés que podemos encontrar en su web, describe cómo "cientos de ordenadores fueron programados para generar flujos de imágenes aleatorias continuamente. Desde 1992 algunas de estas máquinas fueron selladas o cerradas (Sealed) de tal modo que las imágenes fueran constantemente generadas, en salvaguardia de no llegar a convertirse en objetos físicos. Explicamos más ampliamente esta síntesis descriptiva a continuación.


El proyecto Sealed Computers de Maurizio Bolognini nos muestras “qué podría constituir la línea más significante en el campo del arte basado en software”. Para esta instalación, sitúa una docena de ordenadores en el espacio de una galería, conectados entre ellos de tal forma que trabajan como “unidad grupal”. Lo que obtienen son estructuras gráficas simples, las cuales, son deliberadamente no mostradas: los cables (o conexiones) del único monitor de todas las CPU están sellados (lacrados) con cera. Por otro lado, la instalación no ofrece indicación de la comunicación entre los ordenadores y tampoco de sus resultados. Lo único que podemos percibir es la conectividad entre los ordenadores, sus zumbidos, tal vez procesando software. Lo curioso es que en el fondo, ni siquiera están guardándose de nosotros un secreto colectivo, porque ni siquiera  están “concibiendo” el resultado de sus cálculos en tanto estructuras visuales.


En la experiencia de la instalación no tenemos control, ni siquiera total comprensión de lo que está pasando. La experiencia estética de lo sublime, como la concebían los escritores románticos del siglo XIX, se caracteriza por ser una experiencia que no está basada en la apreciación clásica de la belleza de la naturaleza sino en un sentido trastornado de lo asombroso de su ilimitada condición e incontrolable fuerza. Por supuesto la noción de lo sublime está asociada históricamente por un lado, con la experiencia de naturalezas montañosas o marítimas y catástrofes naturales, y por otro lado, lo está con la progresiva subyugación de la naturaleza a lo humano dado el curso de la industrialización. Lo sublime es por lo tanto un signo paradójico de la intimidación y de la frustración relativa a la pérdida de naturalezas naturales. Es una sensación que reconocemos en el momento de confrontarnos  con una fuerza externa, una sensación que emerge del drama imaginario sobre una brecha entre nuestra experiencia y las fuerzas que la mueven. Bastante relacionado con esa inquietud Romántica ante la naturaleza es la inquietud moderna ante las máquinas.


Mientras el humanismo moderno lo ha hecho todo por restablecer una percepción humana motor central de la experiencia estética en el mundo contenido, la aparición del arte tecnológico ha devuelto lo sublime a la experiencia del arte contemporáneo. La instalación de Bolognini ofrece una confrontación con la “máquina” en forma de un oscuro proceso dirigido por software, del cual estamos radicalmente alienados. Nos señala una “estética de lo maquínico” cuyas experiencias estéticas se llevan a cabo por estructuras maquínicas en las que, ni la intención artística o formal ni estructuras generativas controlables , sino más bien la amalgama de condiciones materiales, interacción humana, restricciones del proceso e inestabilidades técnicas, juegan un papel decisivo. Como cualquier forma de arte, el arte de software debería iniciar experiencias que fundamentalmente pongan nuestras expectativas sobre la tecnología off-balance."(1)




1992




Son los zumbidos y el espacio que los acoge, los factores que revelan estos ordenadores como imagen. Las salas que Bolognini solidifica con el zumbido de las CPU son un negativo de los ordenadores, el estuche en el que encajan y por el que podemos mirar la realidad física que trasciende a lo material, el lugar que ocupan, el lugar que son. Si los ordenadores no estuvieran en sala pero se mantuvieran expuestos los cables, la experiencia no sería tan diferente, pero si estuvieran expuestos con sus correspondientes periféricos, nada sublime habría asomado. El efecto de lo sensible con el que trabaja el artista, capea el desinterés hacia los ordenadores redireccionandolo o dispersándolo gracias al minimalismo y a la timidez plástica del display.









(1) El texto original ha sido algo modificado en la traducción para hacerlo más comprensible, siendo revisado por un informático.


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